*Serie de relatos bizarros y audaces sobre el consumismo, la marginalidad, la intolerancia del joven argentino contemporáneo.
"Dedicado a toda la negrada pulgosa de zona Oeste"
Cosme Sigali.
Esta semana : "El políglota"
Era miércoles por la tarde y la semana no terminaba mas. Para colmo febrero había comenzado como un réquiem lluvioso. El ardiente sol veraniego que se había escondido un par de días, regreso vilmente, calentó pavimentos, penetró poros y evaporó todos los charcos. Roque y Pascual caminaban por la vereda de la calle Coyeneche "la de las baldosas flojas", felices y llenos de fulgor se dirigían a la verdulería de don Quispe.
-Es como siempre te digo Roc, estamos como estamos por la falta de comunicación!-
-mmm, vos decís...-le contesta Roque mientras le da las últimas pitadas al porro, que ya le quemaba las manos.
-¡Obviusly!¿Que duda cabe? ¿sabias que los extraterrestres que nos crearon, crearon las lenguas para dividirnos?, ya desde el principio de los tiempos my brother.
-Si, ya me lo dijiste varias veces Pasqui, pero todavía me resulta muy confuso-
-Esta noche si queréis nos tomamos unos drinks y te lo debatimos-
-Me encantaría pero tengo cita con una azafata de camión-
-mmm, como quieras my friend!
Se toparon con la fachada de la verdulería de Don Quispe. Su mujer doña Leoncia los recibió con los brazos en jarra y una mueca desabrida.
Pedir un kilo de cualquier verdura era la estratagema. El objetivo principal era conseguir las hojas de coca(1) que tenía Don Quispe, sabíamos de varias fuentes que el abastecía, pero no sabíamos si las vendía.
-Hola doña, como le va- Roque rompió el hielo luego de medio minuto de silencio lioso.
-Aca andamos... ¿que van a llevar?
-Andamos necesitando unos pares de kilos de fruta para hacer un Clericó, ya sabe un poco de manzana, banana, duraznos etcétera...
Doña Leoncia sacó una bolsa de nylon del bolsero y la empezó a airear. Con su temple serio y severo, empezó a recolectar las frutas de los cajones de madera.
Pascualito se interpone entre Roque y la verdulera y vocifera:
-También andamos buscando un poco de la planta santa del altiplanicie- al terminar de decir esto, empezó a guiñar el ojo derecho intermitente mente.
Haciendo caso omiso, Doña Leoncia pone la primera tanda de frutas en la balanza.
-Queremos disfrutar nosotros también de aquella hierba milenaria, no solo eso, también queremos regocijarnos tomando una chicha con sus guaguas, si usted nos da permiso claro, jeje.
-Que le pasa pibe? no entiendo lo que me dice, van a querer mango también? esta fresquito, lo trajeron hoy día- Dijo la patrona, con su rostro de mil arrugas.
-En realidad, lo que nosotros queremos es comprar un poco de hojas de Coca, junto con las frutas- expresó Roque con cierto nerviosismo.
-Hubieran empezado por ahí, le llamo a Don Quispe pué, esperen acá.
Ambos quedaron esperando al patrón sin darse cuenta que eran observados desde afuera por el Tetón Nuñez.
La tragicómica historia del Tetón Nuñez está llena de majadería y enredos digna de una película de Almodovar. Pero no es tiempo de contarla todavía.
-Che, narigón, ¿no tienen algo pa' fumá? exclamó el tetón, con cara de pocos amigos.
Roque y Pascualito, que se habían percatado que se acercaba el abusón, hicieron caso omiso al pedido.
-Che, a ustede les digo, manga de giles- Núñez ya estaba peligrosamente cerca de la puerta del negocio.
- No, we have nothing, our odd friend- dijo Pascualito, metiéndose las manos en los bolsillos del shorcito de jean.
-Asi vestidas parecen unas trolas de cabareth, una colorada y la otra gorda- se mofó el Tetón, mientras desataba algunas carcajadas de su joven troup.
-Mmm, I dont think so fucking asshole!!! le respondió Pascualito cruzándose de brazos.
-Huu, waacho, este gato me está cargando-
-Ah me acordé Rodrigo, hablé con mi hermana y aceptó a darte las clases que me pediste (2). Dijo Roque, codeando a Pascualito, en modo de persuasión, para literalmente, escapar del lugar. Esto descolocó totalmente a Núñez que empezó a emanar monosílabos.
-Bueno wacho, mandale mi celulá, uno uno, cuatro, siete, sesenta y nueve, ochenta, cuarenta y cinco (...)
-Listo, lo agendo, te llama y arreglan.
A paso redoblado se alejaban del lugar. Olvidándose de las hojas y las frutas.
Pero el Tetón Núñez tubo algo más que decir.
-Decile a tu amigo, que por hacerse el vivo, cada vez que lo vea, me va a tener que pagar el peaje, sino le van hacer un moñito rosa en la cabeza cada vez que lo vea. Gritó con su voz, insoportablemente chillona.
-No, ya fue Roque, esta noche dormís en casa, no quiero que te pase nada. Dijo Pascualito, esta vez, hablando en español.
-¿Vos decís que será necesario?
-Estos boys, están muy pasados, quedate a dormir en casa, dejate de joder. Concluyó solemne Pedernera.
-Bueno.
Don Quispe apoyó el cajón de madera repleto de hojas verdes de coca sobre el mostrador, haciendo vibrar los frascos de Ceviche en conserva. Observó hacia los cuatro costados arqueando los ojos.
-Que chiquillos imbéciles, se fueron, pareciera que lo están cargando a uno. Exclamó, con cara de pocos amigos.
-Doña Leoncia, si es tan amable me da una mano para entrar los carteles de afuera y con mucha cautela traigame la escopeta por si estos Kataris que andan merodeando ahi afuera osen pasárse de listos.
Cosme Sigaly.
Notas:
Pedir un kilo de cualquier verdura era la estratagema. El objetivo principal era conseguir las hojas de coca(1) que tenía Don Quispe, sabíamos de varias fuentes que el abastecía, pero no sabíamos si las vendía.
-Hola doña, como le va- Roque rompió el hielo luego de medio minuto de silencio lioso.
-Aca andamos... ¿que van a llevar?
-Andamos necesitando unos pares de kilos de fruta para hacer un Clericó, ya sabe un poco de manzana, banana, duraznos etcétera...
Doña Leoncia sacó una bolsa de nylon del bolsero y la empezó a airear. Con su temple serio y severo, empezó a recolectar las frutas de los cajones de madera.
Pascualito se interpone entre Roque y la verdulera y vocifera:
-También andamos buscando un poco de la planta santa del altiplanicie- al terminar de decir esto, empezó a guiñar el ojo derecho intermitente mente.
Haciendo caso omiso, Doña Leoncia pone la primera tanda de frutas en la balanza.
-Queremos disfrutar nosotros también de aquella hierba milenaria, no solo eso, también queremos regocijarnos tomando una chicha con sus guaguas, si usted nos da permiso claro, jeje.
-Que le pasa pibe? no entiendo lo que me dice, van a querer mango también? esta fresquito, lo trajeron hoy día- Dijo la patrona, con su rostro de mil arrugas.
-En realidad, lo que nosotros queremos es comprar un poco de hojas de Coca, junto con las frutas- expresó Roque con cierto nerviosismo.
-Hubieran empezado por ahí, le llamo a Don Quispe pué, esperen acá.
Ambos quedaron esperando al patrón sin darse cuenta que eran observados desde afuera por el Tetón Nuñez.
La tragicómica historia del Tetón Nuñez está llena de majadería y enredos digna de una película de Almodovar. Pero no es tiempo de contarla todavía.
-Che, narigón, ¿no tienen algo pa' fumá? exclamó el tetón, con cara de pocos amigos.
Roque y Pascualito, que se habían percatado que se acercaba el abusón, hicieron caso omiso al pedido.
-Che, a ustede les digo, manga de giles- Núñez ya estaba peligrosamente cerca de la puerta del negocio.
- No, we have nothing, our odd friend- dijo Pascualito, metiéndose las manos en los bolsillos del shorcito de jean.
-Asi vestidas parecen unas trolas de cabareth, una colorada y la otra gorda- se mofó el Tetón, mientras desataba algunas carcajadas de su joven troup.
-Mmm, I dont think so fucking asshole!!! le respondió Pascualito cruzándose de brazos.
-Huu, waacho, este gato me está cargando-
-Ah me acordé Rodrigo, hablé con mi hermana y aceptó a darte las clases que me pediste (2). Dijo Roque, codeando a Pascualito, en modo de persuasión, para literalmente, escapar del lugar. Esto descolocó totalmente a Núñez que empezó a emanar monosílabos.
-Bueno wacho, mandale mi celulá, uno uno, cuatro, siete, sesenta y nueve, ochenta, cuarenta y cinco (...)
-Listo, lo agendo, te llama y arreglan.
A paso redoblado se alejaban del lugar. Olvidándose de las hojas y las frutas.
Pero el Tetón Núñez tubo algo más que decir.
-Decile a tu amigo, que por hacerse el vivo, cada vez que lo vea, me va a tener que pagar el peaje, sino le van hacer un moñito rosa en la cabeza cada vez que lo vea. Gritó con su voz, insoportablemente chillona.
-No, ya fue Roque, esta noche dormís en casa, no quiero que te pase nada. Dijo Pascualito, esta vez, hablando en español.
-¿Vos decís que será necesario?
-Estos boys, están muy pasados, quedate a dormir en casa, dejate de joder. Concluyó solemne Pedernera.
-Bueno.
Don Quispe apoyó el cajón de madera repleto de hojas verdes de coca sobre el mostrador, haciendo vibrar los frascos de Ceviche en conserva. Observó hacia los cuatro costados arqueando los ojos.
-Que chiquillos imbéciles, se fueron, pareciera que lo están cargando a uno. Exclamó, con cara de pocos amigos.
-Doña Leoncia, si es tan amable me da una mano para entrar los carteles de afuera y con mucha cautela traigame la escopeta por si estos Kataris que andan merodeando ahi afuera osen pasárse de listos.
Cosme Sigaly.
Notas:
- En capítulos posteriores se conocerá acerca del breve proyecto de fabricación de alcaloides que planeó Pedernera. Rotundamente abandonado por misteriosas explosiones en casas quintas de parientes.
- El enamoramiento del Tetón Núñez con Cinthia, la hermana de Roque, viene desde tiempos inmemorables. En la adolescencia, Nuñez le regalaba las flores de manzanilla que encontraba al costado de las zanjas, mientras cazaba ranas para luego matarlas, provocando nauseas en la joven. Con el tiempo, Cinthia siempre evaluó la idea de hacerle una denuncia por acoso.
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